







Jesús dijo una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.
Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez siervos suyos y les entregó una gran cantidad de dinero, diciéndoles: ‘Negociad mientras vuelvo’. Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo: ‘No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros’. Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: ‘Señor, tu dinero ha producido diez veces más’. Él le dijo: ‘Muy bien, siervo bueno, ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades’. El segundo llegó y dijo: ‘Tu dinero, señor, ha rendido cinco’. A ese le dijo también: ‘Pues toma tú el mando de cinco ciudades’. El otro llegó y dijo: ‘Señor, aquí tienes tu dinero; lo he tenido guardado en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado’. Él le dijo: ‘Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses’. Entonces dijo a los presentes: ‘Quitadle a este el dinero y dádselo al que tiene diez minas’. Le dijeron: ‘Señor, ya tiene diez minas’. ‘Yo os digo que al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia’».
Y dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo hacia Jerusalén.
«Cherry Picking» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Si el pintor entierra sus pinceles
y la bailarina sus zapatillas.
Si el cantor se calla
y el sabio olvida.
Si se apaga el fuego.
Si muere el viento.
Si se seca el pozo.
Si el novelista deja de imaginar.
y el fotógrafo cierra los ojos…
…¿Quién dibujará las olas?
¿Quién trazará,
con su cuerpo, siluetas imposibles?
Nadie cantará.
Se disipará la memoria,
maestra de niños
y roca de ancianos.
Huirá el calor de la piel, y del alma.
Se detendrá el molino.
Se extenderá la sed por el mundo.
Los pobladores de relatos eternos
no llegarán a nacer.
Nadie apresará la magia fugaz de un instante.
¡No bajes los brazos!
¡No entierres el talento
en la tierra amarga de la inseguridad
y el desaliento!
¿Cuándo descubrirás
la grandeza que hay en tus manos,
el poder que hay en tus sueños?
(José María R. Olaizola, SJ)