







Uno de los comensales dijo a Jesús: «¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!».
Entonces Jesús le contestó con una parábola: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: ‘Venid, que ya está preparado’. Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor’. Otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor’. Otro más dijo: ‘Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir’. El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: ‘Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos’. El criado dijo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio’. Entonces el amo le dijo: ‘Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa. Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete’».
«Lo nuevo ha comenzado» © Difusión libre cortesía de Nico Montero
«Variaciones Goldberg» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Me llamas,
desde una salida
que aún no consigo alcanzar.
Tu voz es provocación
y promesa.
Intento llegar
al sendero,
donde me esperas.
Pero yo mismo
me entrampo
en mi laberinto.
Por buscar atajos
me pierdo,
por cargar
equipaje
inservible
me atasco,
por buscar
comodidades
me freno.
Y recorro sin cesar
los mismos versos,
atrapado
en callejones
abarrotados
de tesoros inútiles.
¿Tus huellas? ¿Tu voz?
¿Tu misión? ¿Tu reino?
Bastaría eso, para tirar los muros
y volar.
Mientras, yo, dando vueltas
en torno a madrigueras
y refugios,
a memorias y reservas,
a riquezas
que me atan.
Llámame, una vez más,
y que tu “Sígueme” se vuelva
martillo que derribe
todas mis resistencias.
(José María R. Olaizola, SJ)