Estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado». Le replicó el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a esta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?». Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.
«Stillness and Movement» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
La vida un día y otro cuesta arriba, sin final,
sin ánimo en el alma, sin fe sobre los hombros,
sombra de culpabilidad en cada paso adelante
y siempre ausencia de apoyo, valía o reconocimiento.
¿Cuándo la diferencia cambió en dominio
y el dominio en abuso, y éste en humillación?
Si la religión es religación con Dios, de todos,
soñemos una iglesia libre de supremacías.
Aun fuerte el espíritu que enferma y encorva
¡Enderezamos por fin nuestra conciencia!
Y haciendo memoria de nuestra oculta entrega
soltemos el fardo de servidumbres impuestas.
Y no caigamos en el poder y la venganza inversos
hasta probar y gustar el pan de la igualdad,
hasta lograr un reparto de cargos y de cargas
en la órbita de la diversidad y el respeto. Amén.
(Seve Lázaro, SJ)