La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino;
más dulces que la miel de un panal que destila.
«Stillness and Movement» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Mi ley es perfecta y busca que puedas descansar, tú que la intentas cumplir. Mi mandamiento es una forma de estar unido a ti, y busca que aprendas, que comprendas, que conozcas el mundo, y a tu Dios. Mis mandatos son rectos y si los vives, encontrarás la alegría profunda. Mis normas son limpias y te ayudarán a ver el mundo con ojos limpios. Mi voluntad no es caprichosa, sino que es pura y estable, para siempre. Lo que yo quiero es tu bien. Mis mandamientos son verdaderos y justos. Si los comprendes, verás que no hay nada más valioso, nada mejor, nada que merezca más la pena, preciosos como el oro y dulces como la miel…
(El Salmo 18, a la manera de Dios)