Sucedió que mientras Jesús estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro respondió: «Tú eres el Mesías de Dios».
Pero Jesús les prohibió terminantemente decírselo a nadie, porque decía: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
«Despierta» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
«Debut» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Eres pan universal
que bajaste del cielo
subiendo desde el surco,
y eres levadura inquieta,
disuelves eternidad entre la harina
y llenas la vida de preguntas.
Eres horizonte que nos llama
hasta lo más hondo del deseo
desde la creación en ti reconciliada,
y eres camino que se estrena
en el sendero más pequeño
que te busca saliendo de sí mismo.
Eres fuego inextinguible
que nos hace luz en ti
y nos quema lo que estorba,
y eres el agua de la vida
que mana sin prisas en mi pozo
y alienta rostros y desiertos.
Eres el viento impetuoso
que hincha las velas de audacia
sobre el mar encrespado de amenazas,
y eres brisa suave y tierna
que se sienta en el fondo de mi barca
y acaricia la piel arada de salitre.
(Benjamín G. Buelta, sj)