Jesús dijo a sus discípulos: «A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo. Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midáis se os medirá a vosotros».
«Quién nos puede dar lo que nos falta» © Difusión libre cortesía de Luis Guitarra
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Ama a tus enemigos. A aquellos a los que les caes mal, tú trátalos bien. Habla bien de quien te critica, reza por quien te injuria. Si alguien te golpea en una mejilla, ofrécele a la otra, si alguien te pide algo, dale más de lo que pide, sé generoso con tus bienes, tu tiempo, tus talentos; da a todo el que te pide, al que te quite algo no se lo reclames. Trata a la gente como querrías que la gente te tratara a ti.
Amar a quien te ama es más natural. Cualquiera puede hacerlo. Si haces el bien a quien es bueno contigo, no estás haciendo nada extraordinario. Si prestas esperando cobrar tampoco haces nada del otro mundo, pues todo el que presta quiere recobrar lo prestado.
Tú ve más allá. Ama a tus enemigos. Haz el bien y presta sin esperar nada a cambio. Tendrás una recompensa inesperada, y mostrarás al mundo el rostro del Padre bueno, que es generoso con ingratos y malvados. Ten compasión, a la manera del mismo Dios, que es compasivo. Mucha gente se pasa el día juzgando al prójimo, diagnosticando, criticando, etiquetando… Tú no juzgues, y nadie te juzgará. No condenes, y nadie te condenará. Perdona, y alcanzarás el perdón para tus propias faltas. Da, y ya verás cómo recibes mucho más de lo que has entregado. La medida que tú uses es la medida que la gente usará contigo.
(adaptación de Lc 6, 27-38, por Rezandovoy)