Un sábado, Jesús había ido a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, y ellos lo estaban espiando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a este’, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
Y dijo también al que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos».
«Causa y consecuencia» © Autorización de Jesús Cabello
«Kingdom Crumble» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Se te ha dicho:
Sé siempre el primero.
Saca las mejores notas
en la escuela,
y rompe con tu pecho
la cinta de la meta
en toda competencia.
Que no veas a nadie
delante de tus pasos
ni se sienten delante
de ti en los banquetes.
Asombra a todos los amigos
luciendo el último invento,
caros juguetes de adulto
para despistar el tedio.
Que sólo el peldaño más alto
sea el lugar de tu descanso.
Pero La Palabra dice:
Siente la mirada de Dios
posarse sobre ti,
porque él alienta
posibilidades infinitas
en tu misterio.
Despliégate todo entero
sin trabas que te amarren,
ni el miedo dentro,
ni los rumores en la calle,
ni la codicia del inversor,
ni las amenazas de los dueños.
Y no temas sentarte
en una silla pequeña
con los últimos del pueblo.
Allí encontrarás la alegría
de crear con el Padre
libertad y vida para todos
sin la esclavitud de exhibir
un certificado de excelencia.
A la hora de crear el Reino
los últimos de este mundo
pueden ser los primeros.
(Benjamín González Buelta, SJ)