Un joven se acercó a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?». Jesús le contestó: «¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno sólo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». Él le preguntó: «¿Cuáles?». Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo». El joven le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?». Jesús le contestó: «Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres, y así tendrás un tesoro en el cielo; y luego ven y sígueme». Al oír esto, el joven se fue triste, porque tenía muchos bienes.
«Los ojos en Él» © Disponible en plataformas, artista Coro San José
«Stillness and Movement» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Siempre he querido saber qué debo hacer para llevar una vida plena, una vida que sea un anticipo de la eternidad. Quiero acertar, y he buscado respuestas en muchos sitios, pero nada me llena. Así que cuando tuve oportunidad me acerqué a Jesús y le pregunté qué debo hacer para vivir de verdad. Él me miró y me dijo que guardase los mandamientos. Me pareció fácil, me sentía un hombre capaz, virtuoso, y cumplidor. Casi diría que me defraudó algo tan fácil. Pero él siguió hablando, y propuso algo mucho más difícil: «Vende lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo».
Me dejó de piedra. Me sentí atrapado entre dos mundos. El mundo de la ley y el mundo, mucho más valiente, que Jesús me proponía. Entre mis seguridades y el riesgo. Entre las riquezas que me dan calma y la pobreza de quien comparte todo. En ese momento no supe responder. Me pudo la tristeza y me di la vuelta. Pero sigo en camino, y trato de encontrar el valor, para hacer lo que Jesús me dijo. Porque, de algún modo, sé que su respuesta era la más verdadera que he escuchado nunca.
(adaptación de Mt 19, 16-22, por Rezandovoy)