Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: ‘Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?’. Él les dijo: ‘Un enemigo lo ha hecho’. Los criados le preguntaron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’. Pero él les respondió: ‘No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores que arranquen primero la cizaña, la aten en gavillas para quemarla, y que guarden el trigo en mi granero’
«Cantar a María» © Autorización de Tere Larraín
«Taizé instrumental I» © Autorización de Atheliers et Press de Taizé
Juntos crecen el trigo y la cizaña,
porque así es la vida en esta tierra:
La soberbia baila con la humildad,
el egoísmo y la generosidad conviven
en extraño abrazo,
la razón y la sinrazón discuten
sobre lo humano y lo divino,
sabiduría y necedad
comparten melodías,
víctima y verdugo se sientan
en el mismo banco,
la intransigencia de unos
y la tolerancia de otros
miden con distinto rasero
las mismas historias.
En un solo cofre se guardan
puñales y versos,
recuerdos y desmemorias,
rencores y afectos.
Dios, que es bueno,
hace salir el sol
sobre justos e injustos.
El mundo es así,
enredado, discordante, complejo.
Pero no es este
el tiempo de los veredictos,
sino el de las oportunidades.
(José María R. Olaizola, SJ)