Los discípulos de Juan se acercaron a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo, y en cambio tus discípulos no ayunan?». Él les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».
«Levántate» © Difusión libre cortesía de Juan Ignacio Pacheco
«Dry Fig Trees» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Ayuna
de proclamas hirientes, vacías,
de exigencia y reproches.
Ayuna de caprichos
y ocurrencias,
de murmuraciones,
de impertinencia.
Ayuna de ruido,
de polémicas,
de quejas.
Ayuna de evasiones,
de ensueños,
de tu propio reflejo
en espejos engañosos.
En lo escondido
vive el evangelio,
que todo renueva.
Entra en el desierto,
donde encontrarás
la verdad desnuda.
Descubre los signos
que del amor hacen
destino y escuela:
la mesa de todos,
el pan compartido,
la toalla ceñida.
Surgirá la cruz
en el horizonte,
y una encrucijada:
huir o quedarse,
siguiendo las huellas
de quien da la vida,
para que la luz
disipe las sombras
que ocultan a Dios.
(José María R. Olaizola, SJ)