Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
»Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».
«Chile te canta María » © Permisos pedidos a Misión País
«The promise fulfilled» © Autorización de San Pablo Multimedia
En aquel tiempo, Jesús decidió publicar un post que llegase a todo el mundo. Millones le seguían. Entre quienes lo hacían, unos lo habían encontrado por casualidad. Otros disfrutaban de verdad con sus publicaciones, y le seguían con toda intención. También tenía haters que no podían dejar de contestar a cada cosa que decía, y constantemente estaban provocándole. Él, mirando a la cámara, y llegando a cada uno, empezó a hablar:
«Bienaventurados, o felices, los que no andáis atados a las riquezas. Incluso los que pasáis necesidad. Dios no os abandonará y su Reino será vuestro. Muchos pasáis hambre de pan, de paz, o de palabra. Dios os saciará, si dejáis que os siente a su mesa. Los que estáis tristes, y lloráis, por el mal amor, la soledad, o porque la propia vida a veces se nos tuerce, un día reiréis si dejáis que mi evangelio sea buena noticia. A muchos os van a perseguir por defender mi nombre y vivir mi mensaje. Pero esto les ha ocurrido ya antes a tantos profetas de la verdad y la justicia. No dejéis que os quiten la alegría quienes viven en la amargura.
»Y ay de vosotros, los que vivís saciados, encadenados a las riquezas, a la imagen, a egos inmensos, siempre aspirando a más. Más dinero. Más éxito. Más fama. Más reconocimiento. Más popularidad. Más halagos… un día veréis lo falso de todo eso. Lo siento también por quienes estáis saciados, hartos y aun así siempre insatisfechos. Ya no sabéis valorar ni agradecer las cosas. Los que estáis todo el día mostrando risas falsas, un día se os caerán del rostro. Y quienes sólo buscáis el aplauso y la aprobación, demasiado tarde comprenderéis lo vacío de ese reconocimiento».
(Rezandovoy, adaptación libre de Lc 6, 17.20-26)