Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?». Él confesó y no negó; confesó: «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». Y le dijeron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Allanad el camino del Señor’, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
«Contigo+feliz» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
«Christmas Guitar» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Te ignoro y todo me es indiferente,
si faltas no descubro mi camino.
En tu ausencia me vivo sin destino
Mas llegas y la paz se hace presente.
Creo en ti, que en la muerte pones Vida,
en tu luz, más allá de mis tinieblas,
en tu forma de dar sin exigencias
en tu Verbo, que sana las heridas.
Creo en ti, peregrino sin morada
profeta de verdad y de concordia
rostro vivo de la misericordia
manjar en que las hambres son saciadas.
Cuando tú estás trastocas la existencia,
el amor es tarea y es urgente
la justicia se vive diferente
la ternura subyuga a la violencia.
Por eso creo en ti, Señor Eterno,
por eso creo en ti, Jesús cercano,
por ser amigo, casa, techo y mano,
por ser presencia, voz y canto bueno.
(José María R. Olaizola, SJ)