Los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
«Hymns of the All-Night Vigil » © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
«3 hours of beautiful instrumental music» © Compartido en Youtube por Peder B. Helland
Proclama mi alma tu grandeza, Señor.
Mi alegría echa raíz en tu vida,
en tu presencia, en tu promesa.
Tú miras mi pequeñez,
y a tus ojos, y en tus manos
soy la persona más grande del mundo.
Tú traes salvación y prometes amor
allá donde reina el egoísmo.
Prometes libertad a quien vive encadenado.
Ofreces encuentro a los abandonados
y abundancia a los que nada tienen.
Lo hiciste en otro tiempo
y lo sigues haciendo en tantos
que hoy viven y actúan en tu nombre.
Yo quiero actuar en tu nombre,
hablar con tus palabras,
abrazar con tu ternura
como María, como tantos otros,
ahora y por siempre. Amén.
(José María R. Olaizola, SJ)