Familias de los pueblos, aclamad al Señor
aclamad la gloria y el poder del Señor
aclamad la gloria del nombre del Señor
Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna los pueblos rectamente».
Tú, que hoy rezas, que eres parte de una familia, de una comunidad, de una nación… aclama al Señor. Cuenta, con tus gestos y tus palabras, su gloria y su poder. Cuando te dispongas a rezar –donde sea, en el templo, en tu casa, en la calle, ante el pobre...– levanta hacia él tus manos y ofrécele lo mejor que puedas darle. Respétalo, tómalo en serio. Y di a tus amigos que Dios es quien te marca el sendero, quien gobierna tus pasos y quien da sentido a la vida.
(Rezandovoy, el salmo 95 en singular hoy)