Jesús recorría todas las ciudades y pueblos, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del reino y sanando toda clase de enfermedades y dolencias. Viendo a la multitud, se conmovió por ellos, porque andaban maltrechos y postrados, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a los discípulos: «La mies es abundante pero los braceros son pocos. Rogad al amo de la mies que envíe braceros a su mies».
Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos, para expulsarlos y para sanar toda clase de enfermedades y dolencias. A estos doce los envió Jesús con las siguientes instrucciones: «Id a las ovejas descarriadas de la Casa de Israel. Y de camino proclamad que el reinado de Dios está cerca. Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde».
«Canto Gregoriano» © Con la autorización de Juliano Ravanello
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