Mientras caminaba junto al lago de Galilea, Jesús vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano, que estaban echando una red al lago, pues eran pescadores. Les dijo: «Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres». De inmediato dejando las redes le siguieron.
Un trecho más adelante vio a otros dos hermanos, Santiago de Zebedeo y Juan, su hermano, en la barca con su padre Zebedeo, arreglando las redes. Los llamó, y ellos inmediatamente, dejando la barca y a su padre, le siguieron
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Nos faltan héroes, Señor,
nos faltan héroes…
Que te vean entre los pobres
y nos griten
y los señalen…
¡ES EL SEÑOR!
Nos faltan héroes que te vean
en los que huyen,
en los hambrientos,
y que nos griten que Dios está en los pequeños,
y en los perseguidos,
y en los silenciosos…
Nos faltan héroes, Señor, nos faltan héroes…
que nos animen a salir a la calle
a gritarle al mundo que estás
escondido entre las mantas
de una mujer abandonada…
nos faltan héroes.
Hemos visto a un héroe,
que rezaba de rodillas.
Hemos visto a un héroe
que animaba con la voz a los sin voz.
Hemos visto a un héroe, Señor,
hemos visto a Pedro de rodillas,
hemos visto a un héroe…
que se dejó la vida,
y la oración,
y el corazón
en los más pobres.
(Antonio Ordóñez, SJ)