Jesús dijo a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
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Dios, tómame de tu mano, te acompaño sin resistirme.
Me gusta estar protegida por el calor y la seguridad,
pero tampoco me rebelaré si entro en el frío, siempre y cuando sea de tu mano.
Iré a todas partes de tu mano y quiero procurar no tener miedo.
Prometo que viviré al máximo esta vida y que seguiré adelante.
A veces pienso que mi vida empieza ahora mismo.
(Etty Hillesum)
Cuando falten las fuerzas,
tú serás el sustento.
Cuando olvide el porqué,
tú serás la memoria.
Cuando pierda las ganas,
tú serás el aliento.
Cuando vacile la fe,
tú serás la respuesta.
Cuando añore la alegría,
tú serás el horizonte.
Cuando necesite valor
tú serás el escudo.
Cuando tema el rechazo
tú serás el abrazo.
Cuando confunda el camino,
tú serás la guía.
Cuando quiera rendirme,
tú serás el freno.
Cuando me aturda el ruido
tú serás el silencio.
Cuando ignore el amor
tú serás la pasión.
Cuando derroche los motivos
tú serás la última reserva.
Y, siendo tú mi todo,
nada más hará falta
para seguir adelante.
(José María R. Olaizola, SJ)