Jesús dijo a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Asimismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se revele el Hijo del hombre.
»Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente, el que esté en el campo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Os digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán». Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?». Les respondió: «Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres».
«Ignacio Intimo» © Autorización de San Pablo Multimedia
«Sonidos de la tierra sin mal» © Con la autorización de Luis Szaran
Si me pierdo, Señor,
entre el ruido que no llena
y el silencio que no habitas.
Peleando guerras
que ni son las tuyas
ni a mí me conquistan.
Abrazando el humo
de fuegos imposibles.
Si me distraigo,
absorto en un concierto
de instrumentos desafinados,
despreciando la llave
sin abrir las cadenas,
descarriado
por no abandonar
seguridad
ni costumbre.
Dispersión que me cautiva,
seducción que me descentra,
apuesta que pierdo
al elegir otro juego.
Si llamas:
«Atento»,
Y lo estoy.
A todo
menos a ti.
Zarandea mi locura,
despiértame del ensueño,
sácame del camino a ninguna parte,
muéstrame tu rostro.
Si me pierdo, encuéntrame.
(José María R. Olaizola, SJ)