Mientras enseñaba a la gente, Jesús dijo: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa».
Después, sentado frente al arca del Tesoro, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir».
«En tus manos, Señor» © Permisos pedidos a Candil
«Beautiful & Sad» © Publicada en Youtube Soothing Relaxation
No te sonríen
con blancura dentífrica,
desde las páginas de una revista.
No acaparan flashes
en los eventos de moda.
No reciben premios
en las galas con más glamour
ni las multitudes
corean sus nombres
en el concierto de los poderosos.
Pero no lo necesitan,
para brillar con luz propia
en el baile de la historia.
Son el hombre justo,
y la viuda pobre,
el profeta valiente
y la mujer perdonada.
Son el peregrino
que comparte su mesa
y su palabra,
y el caminante que,
en su fatiga,
bromea y canta.
Son el carpintero
y la muchacha,
el alfarero y la criada,
el emigrante
que no pierde
la esperanza.
Son la buena gente,
que en lo discreto,
transforma el duelo
en danza.
(José María R. Olaizola, SJ)