Juan se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros».
Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».
«A la intemperie» © Difusión libre cortesía de Luis Guitarra
«Meditative Guitar» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
¿Es de los nuestros?
Pregunta, amenazante,
el guerrero.
¿Es de los nuestros?
Inquiere, suspicaz
el inquisidor.
¿Es de los nuestros?
Exige, selectivo,
el fariseo.
¿Es de los nuestros?
Demanda, ofuscado,
el sectario.
¿Es de los nuestros?
Plantea, descompuesto,
el maniqueo.
No es esa la pregunta.
No es esa la verdad
que nos inculcas.
No es ese nuestro modo
de ser pueblo,
de ser familia,
de ser iglesia.
Quizás fuera todo más sencillo
si alguna vez, mirando al otro,
me atreviese a preguntarle
si también es de los tuyos, Señor,
aunque sea de otro modo.
(José María R. Olaizola, SJ)