Jesús y sus discípulos pasaban por Galilea, pero él no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
«Hoy quiero cantarte» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
«Busca la verdad.» © Permisos pedidos a Cites, universidad de la mística
Me dicen que triunfe a toda costa,
que pise fuerte, sin vacilar jamás,
mostrando siempre dominio
de las situaciones,
de las gentes,
de mí mismo.
Me dicen que escriba mi nombre
con letras hermosas en tarjeta noble,
que la impresión es lo que cuenta
y hay que lucir estilo,
títulos, rango y riqueza.
Me dicen que me cerciore
de tener todo bien atado,
de asegurar el futuro,
de dominar el presente,
para así vivir al límite.
Pero llegas tú y te ríes de esos consejos,
y me dices que desde arriba
no se ve a las personas,
que escriba mi nombre
en las horas regaladas,
en las puertas abiertas de mi vida,
en las manos ofrecidas
para apoyar al próximo.
Llegas tú y descolocas mi orden,
y me dices que salte al vacío.
Y me recuerdas que es en los sencillos,
los mansos, los pequeños y los pobres
donde está la Vida sin límite.
(José María R. Olaizola, SJ)