Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.
»También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».
«Levántate» © Difusión libre cortesía de Juan Ignacio Pacheco
Gangas y saldos.
La vida, rebajada
a base de apariencias.
El amor, suplantado
por afectos fugaces.
En lugar de sentido, diversión.
En lugar de horizonte,
espejismos.
Uno acumula tesoros
que un día resultarán estériles
tras haber traicionado
sus promesas.
Tristes ídolos,
disfrazados de inmediatez,
que nos ciegan
sin dejarnos bailar
con el tiempo.
Metas fugaces,
que te sacian por un instante
y te dejan hambriento de nuevo.
Dejarse seducir
sin perder la libertad,
saber arrodillarse
admirando la grandeza,
eso solo ante Dios.
Su Palabra que conmueve,
su rostro hecho hermano,
el Pan de todos,
la cruz, difícil, pero ya vencida.
En Dios todo encuentra su sitio.
(José María R. Olaizola, sj)