Mientras Jesús estaba hablando a la muchedumbre, su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte». Pero Él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».
En tiempos de bonanza y alegría,
cuando estoy rebosante de vida,
yo también digo:
hágase en mí.
Cuando no veo claro el camino,
y no me encuentro a mí mismo,
oro e insisto:
hágase en mí.
Cuando me siento con ánimo y fuerzas
y vivo con gozo en tu presencia,
no olvido:
hágase en mí.
Cuando todo se vuelve cuesta arriba,
y nada en este mundo me motiva,
tres palabras repito:
hágase en mí.
Como María
en cada momento
yo también, Señor, te digo:
hágase en mí.
(Fermín Negre)