Jesús dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
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Ven a mí. Si estás cansado. Si sientes que no puedes más. Si los días te vencen un poco. Si te agobia el trabajo, el presente, o el futuro. Si no encuentras sentido a lo que haces. Si a veces tienes ganas de tirarlo todo por la borda. Si el evangelio es demasiado exigente. Si no sabes amar bien. Ven a mí. Y yo te aliviaré. Mi palabra será caricia. Mi silencio será música. Mi ternura será refugio. Pasa un tiempo conmigo y aprende de mí. Porque yo también llevo mis cargas. También yo me veo enfrentado con la necesidad de amar, siempre más. Con el dolor del mundo. Yo también tengo días grises. Pero soy manso y humilde de corazón. ¿qué quiero decirte con eso? Que no me convierto en el centro de todo. No hago dramas en exceso. Lo pongo todo en manos de mi Padre. Y Él me da el descanso. Porque, a la luz de su amor, mis cargas son ligeras…
(adaptación de Mt 11, 28-30, Rezandovoy)