Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos». Él les preguntó: «¿Qué queréis que os conceda?». Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?». Contestaron: «Sí, podemos». Entonces Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado».
Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles, les dijo: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».
«Taizé instrumental I» © Autorización de Atheliers et Press de Taizé
La gente quiere escalar posiciones, subir a las cumbres, a los rascacielos de los poderosos, al podio de los triunfadores… pero tú hablas de subir a Jerusalén, camino de la incomprensión y la cruz.
También hay hoy muchos lugares donde proclamar el evangelio implica riesgo y dolor.
¿Y yo, a dónde voy?
La gente quiere sentarse a tu derecha o a tu izquierda, en puestos de privilegio, por encima de los demás… pero tú no estás en esas alturas que imagina. Estás agachado, acariciando heridas ajenas, y a tu lado hay sitio para todos.
Hoy sigue habiendo muchos pies que lavar, muchas heridas que abrazar, muchas vidas que acoger. Muchas soledades sin compañía. Muchos llantos sin consuelo. Muchas hambres sin pan.
¿Beberé el cáliz del servicio?
La gente quiere tener control, poder, prestigio, influencia, autonomía, grandeza… pero tú propones la capacidad y disposición de darse.
Y hoy sigue batallando en cada uno de nosotros la ambición y la humildad, el poder y el servicio, el egoísmo, y el amor.
Y yo, ¿cuál es mi batalla?
(Rezandovoy)