Los discípulos dijeron a Jesús: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».
«Tú mi hermano» © Autorización de Cristóbal Fones
¡Ánimo a los desanimados!
Valor a los asustados
Resistencia a los zarandeados.
Amor a los desabrazados.
Paciencia a los urgidos.
Abrazo a los desolados.
Coraje,
ante tanta tormenta sin techo,
ante tanto misterio,
ante la vida problemática
y la muerte, prematura siempre,
pero a veces más.
Alegría a los entristecidos.
Amistad a los abandonados.
Libertad a los encadenados.
Sanación a los entumecidos.
Comunión,
ante tanta alambrada hostil,
tanto puente caído
y tanto silencio hiriente,
ante tanto desencuentro
clavado en memoria y entraña.
En el mundo tendréis tribulación,
pero ánimo, yo he vencido al mundo.
(José María R. Olaizola, SJ)