Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
»Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido; soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
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Señor, Tú me llamas por mi nombre
tu evangelio no es un ideal por el que luchar
sino una amistad que Tú deseas.
Me nombras y me pides que te siga.
Siento cómo la ilusión y los miedos me invaden
estoy tentado de mirar a otro lado
pero sé que todo sería vacío
Miro mis redes, mis ocupaciones, mis trabajos.
Pero al pensar en seguirte y estar contigo
todo se me cae de las manos.
Deseo dejarlo todo y caminar contigo
no sé dónde iremos o con quién nos encontraremos
pero estaré contigo y eso me basta.
(Javi Montes, SJ)