Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí».
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Yo soy el camino, la verdad y la vida…
y aquí me tienes.
Un camino que recorrer,
una verdad por anunciar,
una vida para darse.
Yo soy el camino.
Y si andas por mí
te garantizo cansancio,
horas de flaqueza,
encrucijadas difíciles,
pero también compañeros,
reposos, risas y un horizonte infinito.
Yo soy la verdad.
Si me proclamas, te señalarán,
entre la incredulidad y la mofa,
entre la incomprensión y el rechazo,
pero también hallarás
tu lugar en el mundo,
echarás raíz en el amor auténtico,
crecerás
y darás fruto.
Yo soy la vida.
No vendo existencias idílicas
ni garantizo paraísos imposibles.
Si me vives, habrá lucha, miedo y cruz,
pero también bienaventuranza,
perdón y resurrección.
(José María R. Olaizola, SJ)