Jesús subió al monte, llamó a los que quiso para que le acompañaran. Y nombró a doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios: Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir, los Hijos del Trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.
«Vive Dios» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
Cuando me describes,
muestras la belleza
que todos ignoran.
Cuando me convocas,
al decir mi nombre
cantas de contento.
Cuando yo me alejo,
cuentas cada hora
hasta que regreso.
Eres quien comprende
lo que yo no entiendo.
Eres quien escribe
con mis garabatos
los versos más ciertos.
Eres quien me saca
de los laberintos.
Eres quien disipa
mis abatimientos.
Eres, en mis dudas,
el ancla que aferro.
Eres, en mis noches,
el faro que guía
mi llegada a puerto.
Eres la sonrisa
que calma mi furia.
Eres la caricia
que alivia mi duelo.
Eres la promesa,
la pasión luchada,
la muerte vencida,
el amor primero.
(José María R. Olaizola, sj)