Jesús dijo a la gente: «¿Con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado lamentaciones y no habéis llorado’. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: ‘Tiene un demonio’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras».
«Taizé instrumental I» © Autorización de Atheliers et Press de Taizé
Descolócame, Señor, una y otra vez. Lo necesito.
Muéstrate siempre original.
Desinstálame de mi comodidad y mis seguridades.
Recuérdame que nunca te comprenderé del todo.
Ayúdame a recibirte de modos siempre nuevos.
Enséñame a no poner límites a tu acción en mí ni en los demás.
Avísame cuando estés llegando y no te esté reconociendo.
Empújame, al menos un poco, cuando esté mirando allí donde no vendrás.
Perdóname por creer que no puedes sorprenderme.
Prométeme tu presencia salvadora.
Regálame amarte esperándote.
(Matu Hardoy)