Mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».
«Teselas de luz y barro» © Difusión libre cortesía de Ixcís
«Acoustic Abstracts» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
No has dicho
las palabras exactas.
No has hecho
los gestos precisos.
No has mostrado
suficiente reverencia.
No has utilizado
ornamentos finos.
No has seleccionado
música adecuada.
No tienes decencia,
has matado el rito.
¿Y si te centraras,
fariseo amargo,
en lo que se mueve
dentro de ti mismo?
Que de poco valen
las bellas proclamas,
los gestos exactos,
la expresión devota,
o el traje pulido
cuando por debajo
bulle la soberbia
y el amor se ha ido.
Valora lo hermoso.
Cuida la palabra,
que es la voz de Cristo.
Viste como debas.
Respeta los gestos,
mas no los traiciones
volviéndolos juicio.
Deja a Dios ser Dios.
Vuélvete a tu hermano,
acoge su historia,
lava sus heridas,
comparte los dones
que te han otorgado
en mesa de todos.
Y entonces el rito
estará bien vivo.
(José María R. Olaizola, sj)