Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo».
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¿Dónde estás?
dice el Creador.
¿Dónde está tu hermano?
dice el Padre.
¿Quién te liberó?
dice el Señor.
¿Dónde están tus acusadores?
dice el Pastor.
¿Por qué me persigues?
dice el Hermano.
¿Por qué temes?
dice el Amigo.
Preguntas de Dios
en nuestra tierra,
como la lluvia
que baja del cielo
y al cielo sube,
preguntas sin final,
preguntas eternas
en la vida
que nos traen,
en la muerte
que se llevan.
Acogidas
como la lluvia,
ya nos van haciendo
eternidad ahora.
(Benjamín González Buelta, sj)