Jesús dijo a sus apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».
«Live at Bliss Gardens» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
A menudo, ni estás ni se te espera.
Otras, como que llegas y te vas.
¿Dónde habitas ‘confianza’?
Muro de carga de mi inestable vida.
Tan diminuta te arrancaron de mis manos,
que nunca supe pensarte ingente,
apoyarme en ti.
Durante muchos años
imaginé que
crecerías con el tiempo,
con la edad.
Que te harías grande
cuando yo lo fuera.
Un resultado cualquiera
de mi esfuerzo,
de mi ingenio
y de mi entrega.
Ahora que voy de vuelta
en la vida,
de triunfalismos falsos,
sé que nunca se te conquista.
Y hasta tu estatura, últimamente,
se muestra inversa a la mía:
Tú más fuerte
cuando yo más endeble.
¡Devuélveme a tu casa, ‘confianza’!
Extírpame uno a uno, los apremios,
los agobios, los perfeccionismos.
Gradúa con paciencia
mis torpes ojos,
hasta que aprendan a ver
cómo en las pequeñas cosas
y en las personas pequeñas
sigues forjando los cimientos
de un nuevo mundo por hacer.
(Seve Lázaro, sj)