Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los santos que residen en toda Acaya: os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo. Si nos toca luchar, es para vuestro aliento y salvación; si recibimos aliento, es para comunicaros un aliento con el que podáis aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros. Nos dais firmes motivos de esperanza, pues sabemos que, si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo.
«Vive Dios» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
«Kingdom Crumble» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Nunca te olvides de que él te alienta en tus luchas, hasta el punto de que tú puedes dar ánimo y coraje a otros en sus propias batallas. Con ese mismo empuje que recibes de Dios contagia entusiasmo, convicción y entrega. Si ante la cruz te impresiona y te alcanza el sufrimiento de Cristo, más aún ha de alcanzarte y alegrarte la alegría que nace de su victoria. Te tocará luchar para vencer con otros. Dios te dará aliento, para que alientes a otros que también luchan por vivir, con integridad y coraje, el evangelio. Si se te apaga la esperanza, la encontrarás en quienes aún esperan. Si te cuesta el camino, no lo haces solo. A veces ayudarás, y otras te ayudarán. Porque eso hace Cristo en nosotros.
Adaptación libre de 2Cor 1, 1-7 (Rezandovoy)