Jesús dijo a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios».
«La mesa de todos» © Autorización de Buena Prensa
¡Dios nuestro,
Trinidad eres
en tu hogar,
y Trinidad soy
por los caminos!
¡Origen
en el Padre,
de donde surjo
sin receso,
cuerpo
en el Hijo,
hermano universal
sin exclusiones,
comunión
en el Espíritu,
íntimo aliento
sin distancias!
¡Trinidad soy
al tejerme
con tus hilos
de humana eternidad
en mi ir y venir
de aguja creadora
en tu tapiz!
(Benjamín G. Buelta, sj)