Jesús les dijo: «Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
«Remember» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Hoy no quiero llamarte maestro,
aunque tanto aprendo de ti.
Ni tratarte de Señor,
aunque tu amor sea mi ley.
No quiero nombrarte con títulos sonoros,
llenos de importancias y promesas.
Solo quiero llamarte amigo.
Digo amigo,
con la necesidad
de quien sabe
que solo no llegará lejos.
Con la intensidad
de quien quiere compartir
tiempo, corazón y vida.
Amigo para llorar las penas
y celebrar las fiestas,
para acallar los ruidos
y serenar los miedos.
Para pelear, hombro con hombro,
las batallas justas.
Y si ves que te fallo,
dímelo, amigo,
pues en tu abrazo,
aprenderé.
(Rezandovoy)