Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».
«Ciudad Multicolor» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
«Ravel on guitar and Ukelele» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Como el Amor es la fuente
de ternura y siembra,
de besos sinceros,
de promesas ciertas.
Como la Justicia es fuente
de miradas limpias,
de normas humanas,
de opciones honestas.
Como la Paz es fuente
de armas olvidadas,
de muros caídos,
de puertas abiertas
Como la Palabra es fuente
de verdad desnuda,
de la fe intuida,
de memorias plenas.
Como el Pan es fuente
de estómagos llenos,
de días de encuentro
en mesa fraterna…
Tú eres la vid,
y nosotros los sarmientos,
que han de florecer
con frutos de amor y justicia,
de paz y palabra,
de pan
que saciará
el hambre de todos.
(José María R. Olaizola, sj)