El primer día de la semana María Magdalena fue de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y vio la piedra quitada del sepulcro. Echó a correr y llegó donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro siguiéndole, entró en el sepulcro y vio las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.
«Quiero construirte una casa, Señor » © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
«Soul Gardener» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Estalló desde dentro
la vida.
No había losa
capaz de resistir
la pujanza
de un amor
inmortal.
La tristeza
aún no lo sabía,
pero había perdido la batalla.
El dolor alumbró
la fiesta.
El llanto fue antesala
del abrazo jubiloso.
Los mercaderes
de odio
estaban arruinados.
Dios reía.
Y nosotros,
empezamos
a comprender.
(José María R. Olaizola, sj)