Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame Rabbí.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar Rabbí, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie 'Padre' vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar 'Doctores', porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
«Allemande» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Que no se adueñen del mundo
los monstruos de la ira.
Que no acaparen la poesía
los traficantes de eslóganes.
Que no controlen la fe
los carceleros de las preguntas.
Que no decidan el futuro
los que negocian con miedos.
Que no se apropien de Dios
los que rechazan al prójimo.
Que no escojan el camino
los que arrinconan la imaginación.
Que no escriban la partitura
los que desprecian la música.
Que no definan el amor
los que nunca han llorado.
(José María R. Olaizola, sj)