Después de que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres». Al instante, dejando las redes, lo siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.
«Despierta» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
«Hidden Sky» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Pescaremos alguna que otra decepción,
unos cuantos berrinches y muchas noches en vela.
Pescaremos un constipado, de noche,
y una insolación, de día.
En la red recogeremos lágrimas vertidas,
vestigio de tantos sueños rotos.
Se nos enredará la pesca
con restos de algún naufragio.
Y aun así, seguiremos.
Nadie dijo que fuera fácil,
pero merece la pena el esfuerzo,
porque en la labor diaria
también nos haremos con pesca abundante
que ha de llenar muchos estómagos.
Alzaremos la red cargada de preguntas
que indican que estamos muy vivos.
Volcaremos la carga en la cubierta de los días,
y descubriremos, en ella,
anhelos, sueños, risas, memorias, proyectos.
Somos pescadores de hombres,
exploradores de fronteras,
aventureros de evangelio,
compañeros de fatigas alrededor de una mesa.
Y amigos del Amigo que nos convoca
para reponer las fuerzas,
y nos envía, de nuevo, a la brega.
(José María Rodríguez Olaizola)