Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas.
Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria.
La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor.
Cantemos al Señor al son del arpa, suenen los instrumentos.
Aclamemos al son de los clarines al Señor, nuestro rey.
«Nuestro canto de alabanza» © Permiso pedido a Misión País
Sopla sobre ella.
¡Deprisa!
No dejes que se apague.
Mantén vivas sus cenizas,
aunque su llama no alumbre
todo lo que oscurece tu vida.
Déjala entrar y salir
y que a su paso
desmantele el torrente
de tus negatividades:
tu cólera, tu culpa,
tu odio, tu hostilidad.
En la desesperación
que te acose y asalte
será contrafuerte.
Y en el gozo
que te visite
te llevará sobre ruedas.
Si caminas de su mano,
ella te enseñará
a vivir sin prevenciones,
confiado en esa bondad última
que lo cubre todo
y cuida de todos.
Si la buscas, la encontrarás,
su nombre es ALEGRÍA.
(Seve Lázaro, sj)