Exulta, estéril, que no dabas a luz; rompe a cantar, alégrate; tú que no tenías dolores de parto: porque la abandonada tendrá más hijos que la casada –dice el Señor–. Ensancha el espacio de tu tienda, despliega los toldos de tu morada, no los restrinjas, alarga tus cuerdas, afianza tus estacas, porque te extenderás de derecha a izquierda. Tu estirpe heredará las naciones y poblará ciudades desiertas.
No temas, no tendrás que avergonzarte, no te sientas ultrajada, porque no deberás sonrojarte. Olvidarás la vergüenza de tu soltería, no recordarás la afrenta de tu viudez. Quien te desposa es tu Hacedor: su nombre es Señor todopoderoso. Tu libertador es el Santo de Israel: se llama «Dios de toda la tierra». Como a una mujer abandonada y abatida te llama el Señor; como a esposa de juventud, repudiada –dice tu Dios–. Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré. En un arrebato de ira, por un instante te escondí mi rostro, pero con amor eterno te quiero –dice el Señor, tu liberador–.
Me sucede como en los días de Noé: juré que las aguas de Noé no volverían a cubrir la tierra; así juro no irritarme contra ti ni amenazarte. Aunque los montes cambiasen y vacilaran las colinas, no cambiaría
«Según tu palabra» © Autorización de San Pablo Multimedia
«Taizé instrumental II» © Autorización de Atheliers et Press de Taizé
Alégrate…
Porque Dios nos desborda en el encuentro, en el canto; como río en crecida que posibilita la vida en las áridas tierras a las que el agua aún no llega.
Alégrate…
Porque Dios visita a su pueblo y viene con deseo de quedarse para siempre.
Alégrate…
Porque Dios cuenta contigo y conmigo para llevar adelante su plan, más allá de nuestras cegueras, parálisis y miedos.
Alégrate…
Porque Dios, en medio de la brega, nos da su pan, su agua, y derrocha toda clase de bendiciones.
Alégrate…
Porque nuestro Dios nos declara su amor intensamente y nos invita a dejarnos atraer y seducir por Él…
…y todo… por pura Gracia.
(Ain Karem)