Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!». Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?». Él dijo: «¡Señor, que vea!». Jesús le dijo: «Recobra tu vista. Tu fe te ha salvado». Y enseguida recobró la vista y lo seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.
«La lluvia de tu misericordia» © Difusión libre cortesía de Ixcís
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