Jesús dijo a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.
»Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus enseres en casa, que no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, que no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada». Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?». Él les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres».
«Amazing Grace» © Autorización de San Pablo Multimedia
Despabílame, Señor:
cuando me adormezca la rutina.
Desordéname:
cuando todo esté ordenado.
Sírveme y lávame
cuando me engolosine de autosuficiencia.
Lléname de pobres y de rostros
cuando crea que la apariencia me enriquezca.
Sedúceme:
cuando amores de vidriera intenten conquistarme.
Conquístame:
cuando todo se pierda.
Incomódame:
cuando las comodidades ganen.
Gáname:
cuando me pierda en mis fracasos.
Dame tu Vida,
cuando la muerte de cada día
quiera matarme.
Encuéntrame hoy y siempre:
más aún cuando me canse de buscarte.
(Malvi Baldellou)