Se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ese es mayor».
Entonces Juan tomó la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y se lo hemos prohibido, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».
«Levántate» © Difusión libre cortesía de Juan Ignacio Pacheco
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Señor, mi Dios, quiero ser como un niño.
A veces no sé bien lo que eso significa,
pero me pongo en tus manos,
me abandono.
Consuélame en mis heridas,
anímame en mis cansancios,
envíame a los heridos y cansados
para que yo sea tu ungüento y tu fuerza
en medio del mundo necesitado.
(Francisco J. Jiménez Buendía)