Jesús dijo esta parábola a los fariseos y maestros de la Ley: «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, contento, la pone sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión».
«Consagrados a ti» © Autorización de San Pablo Multimedia
El que pone su confianza
en el Señor,
se ha entregado
al misterio personal,
que nos acoge
en nuestra complejidad
tan ambigua,
nos aprecia
con un amor
inmune a la decepción,
nos libera
de nuestro yo oscuro
al ofrecernos
crear su designio,
y nos integra,
rotos por los límites,
en la comunión
de su abrazo infinito.
(Benjamín G. Buelta, sj)