Después de haber comido, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le preguntó: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Le dijo él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le contestó: «Apacienta mis ovejas».
Por tercera vez preguntó: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras». Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».
«Contigo+feliz» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
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Esta mañana
enderezo mi espalda,
abro mi rostro,
respiro la aurora,
escojo la vida.
Esta mañana
acojo mis golpes,
acallo mis límites,
disuelvo mis miedos,
escojo la vida.
Esta mañana
miro a los ojos,
abrazo una espalda,
doy una palabra,
escojo la vida.
Esta mañana
remanso la paz,
alimento el futuro,
comparto alegría,
escojo la vida.
(Benjamín G. Buelta, sj)