Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.
Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos. Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. Porque con la medida con que midáis se os medirá».
«La lluvia de tu misericordia» © Difusión libre cortesía de Ixcís
«Reconstruction» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Ama a tus enemigos. Haz el bien a quien a te ataca, y bendice a quien te critica y habla mal de ti. Reza por esos que te difaman en público. Si alguien te da una bofetada, no le respondas con violencia, pon la otra mejilla. Si alguien te quita lo que es tuyo, entrégale algo más. Al que te pide, dale, y al que tome prestado, no se lo reclames. Al final, se trata de tratar a otros como esperarías que te traten a ti. Si amas a quien te ama, ¿qué hay de especial en eso? Cualquiera, hasta la persona más pecadora, puede corresponder al amor. Si te portas bien porque se han portado bien contigo, bien está, pero ¿es especial?
Yo te digo: encuentra un modo de amar a tus enemigos, haz el bien y presta sin esperar nada a cambio. Tu recompensa será grande, ya verás qué plenitud, mostrando con tu vida el rostro del Padre, que es bueno y compasivo. No juzgues y no te juzgarán. No condenes y no te condenarán. Perdona y se te perdonará. Da y recibirás. Mucho más de lo que imaginas. Con la medida con que tú midas se te medirá.
(Adaptación RV Lc 6,27-38)