Jesús llegó a Cafarnaum y el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.
Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen».
Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.
«Soul Gardener» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Unifica en ti mis dispersiones.
Apaga mis seducciones
que me precipitan al vacío.
Disuelve mis miedos
que me paralizan en la muerte.
Fija mi deseo solo en ti.
Acoge en tu descanso
lo que soy y lo que fui.
(Benjamín González Buelta, SJ)