Jesús puso a sus discípulos esta comparación: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
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Pasarán los dramas que hoy parecen absolutos,
se apagarán los fuegos que arden en torno.
Las heridas en carne viva dejarán de escocer.
Pasarán los recuerdos que a ratos nos aprisionan,
los que nos alzan al cielo
y los que nos atan al suelo duro y frío.
Vendrá la calma
tras la tormenta que a veces sacude nuestros cimientos.
Pasarán los momentos de dicha
que uno aferra con avidez.
También ellos se irán,
dejando en la memoria
gratitud difusa por esa posesión
que ya nadie podrá arrebatarnos.
Olvidaremos mil nombres.
Las urgencias de ahora serán humo,
desvanecido en el viento.
Pero seguirá Tu voz.
Y tu evangelio.
Y la Historia de Amor que despliegas
en estas historias nuestras, tan humanas
y tan llenas de Ti.
Señor, no nos dejes olvidar tu Palabra,
que nos muestra la ruta
hacia lo eterno.
(José María R. Olaizola sj)